Luna,
eres como el ave silenciosa que
sale del nido emprendiendo su
majestuoso vuelo en el espejo azulado
centellado de finos diamantes.
Luna,
que en la vigilia de la noche eres
la musa etérea del poeta que con
su pluma escribe versos a los amantes
que se juramentan amor eterno.
Luna,
silente acompañante de los errantes peregrinos
que deambulan en los campos distantes
donde muchos sucumben entre gritos de soledad,
como los viejos árboles que son abatidos
por la cruel tormenta.
Luna,
hechicera que en las sombras de la
noche se dan las primeras notas de
la melodía para que salga la doncella
al balcón para saludar a su amado.
Luna,
¡Acuérdate de mí!, alivia esta tristeza!
mira mis lágrimas de angustia que
como perfume ácido se deslizan de
mis mejillas, mientras mis brazos rodean
el silencio y el vacío.
¡Acuérdate de mí!, alivia esta tristeza!
mira mis lágrimas de angustia que
como perfume ácido se deslizan de
mis mejillas, mientras mis brazos rodean
el silencio y el vacío.
Luna,
¡Acuérdate de mí!, dame tu consuelo,
porque llega la luz del día
y su amanecer cubre mi pesar.
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