¿En qué lugar del valle esconderé mi alma para que no vea tu ausencia?
Recorro la campiña buscando el vestigio de tu sombra sin encontrar las huellas de tu presencia.
Dónde la llevaré para que pernocte sin que te llame,
en que parte podrá estar tranquila y así no pueda invocarte.
En que paraje puede estar sin que escuche el susurro de tu voz.
Palabras que son el sonido melodioso, es el encantamiento que la lleva a otro mundo.
Dónde encontraré la hondonada en que pueda descansar,
de la melancolía que la agobia de tanto extrañarte.
Cada día que pasa se vuelve débil e indefensa, por el hondo silencio que dejaste al marchar.
Se abraza a la angustia, se alimenta del dolor y para saciar la sed bebe de sus lágrimas.
Alma que retiene su nombre sin dejarlo escapar, vagas perdida entre suspiros, y buscas motivos para no olvidarlo.
Mientras los vientos del atardecer se oscilan con la melodía de los mil te quiero.
Maryposa
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