Āmiga ᶆía, confesora de mis noches insomne,
te inclinas para oírme y te revelo todos
mis sentimientos, en tu silencio me escuchas,
y destierras de mi alma todo el mal que me
apesadumbra y aunque no llores conmigo,
sientes mi dolor.
Āmiga ᶆía delicadamente me llamas
desde tu rincón más puro, pues eres
el espejo donde se reflejan mis
penas y alegrías.
En ti mis palabras quedan grabadas
en el pergamino del tiempo.
Āmiga ᶆía en tu regazo mi corazón se cobija,
dejas libres mis alas y en el vuelo sigo el trazo
de los vientos en la inmensidad del infinito cielo .
Āmiga ᶆía, contigo navego en el mar agitado,
en las mareas aun no escrita, en ti me refugio de la
tormenta y en tus versos encuentro la bonanza.
Āmiga ᶆía, eres las notas musicales dentro
de la sinfonía de mi silencio, pues tu
canción es interminable en mi inspiración
y la última letra de cada verso.
Āmiga ᶆía, eres el amor de mis rimas,
llevas las imágenes sin mascara
porque tu rostro es la poesía de mi alma.
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